Me encantan los cuentos de hadas, están llenos de felicidad y esperanza.
Pero, ¿qué pasa con esos cuentos de hadas en los cuales el o la protagonista llegó a su meta haciendo trampa, engañando, o con un final muy puesto en dudas? Yo honestamente no creo que todos los cuentos de hadas son para los niños.
Tal vez Peter Pan sea un lindo cuento para los niños, tal vez Narnia, hasta Fablehaven; pero —aquí va mi punto— no los cuentos de las Princesitas que todos hemos visto de niños.
Los Hermanos Grimm nos dejaron un gran legado de cuentos de hadas, de los cuales muchos por no decir todos eran mitos que se contaban en los pueblos.
Una de las tantas historias de princesas que me caen mal es la de Blanca Nieves. No se si es así porque leí la versión de Neil Gaiman de esta, pero no es linda la imagen de Blanca Nieves que hay en mi mente ahora. Gracias a esas historias son las que hacen pensar a los niños que las madrastras y las hermanastras son lopeordelmundo. No es por nada, pero conozco personas de mi familia que viven genial con un hermanastro o medio hermano, y ni hablar de los padrastros, los chicos viven genial. La princesita se va al bosque, y llega a la casa de siete hombres gruñones, los cuales NO TIENEN ESPOSAS, Blanca Nieves no tiene dinero, ¿cómo hará para quedarse? ¿Dónde dormirá? Pues optó por dormir con un enanito —hombre— diferente cada noche. Hasta los niños de hoy en día saben que allí pasó algo raro. Tal vez los que son hombres y mujeres de mi generación —cuando eran chicos— e incluso generaciones pasadas no hayan sabido interpretar eso, pero con Hollywood proyectando las relaciones amorosas como si fueran dulces a los niños de la generación de ahora, pueden llegar a pensar en cosas peores. Para colmo, la tipa canta, limpia, hace de sirvienta y les lleva la comidita. Eso no era una princesa, era una esclava con una corona. Al final, le dan una manzanita envenenada —¿por qué con un somnífero? si la "bruja malvada" fuera una "buena bruja malvada" la hubiera matado de una vez. La meten en una urna, la adoran y la salva un príncipe con un beso. Es decir, no bastándole unos enanos, se va con un príncipe, el cual debe ser bastante tonto como para no pensar que esos hombres lloran a la dormida por alguna razón oculta.
Ahora pasemos a la zapatilla de Cristal. De nuevo con las madrastras y hermanastras, un padre muerto, la herencia que era de la niña pasó a manos de la malvada vieja que le robó su dinero. Voy a aclarar algo, en esa época la viuda no pudo haberse quedado con la herencia, ya que las propiedades del señor pasaban a manos de un hombre —ya que la mujer sólo valía para limpiar, estar descalza y embarazada— y como la madrastra no tenía un hijo, les tenían que dejar en la calle y sin dinero.
Hablemos de lo que hizo para llegar a ir al baile. Robó, mintió y le ayudó un hada madrina —para colmo se drogaba ya que veía al hada madrina. Pero es una buena historia para niños.
Si a mi un hada madrina me hubiese dado el vestido y las zapatillas las hubiera vendido, me compro mi palacio y quedo mejor que con el príncipe siendo cachifa. Y la zapatilla... claro, a nadie más que a ella le pudo haber quedado, ya que todos en ese pueblo hasta los niños tenían los pies grandes.
La tercera princesa que me cae mal es la dormilona. Claro, es bella y rica, y princesa, pero prefiero el cuento original, en el que el príncipe muere y ella se queda durmiendo por siempre. Un final no tan lindo, pero es mejor que el de la adaptación a película. Unas haditas haciendo ropa, y la princesa se duerme por pincharse con una aguja; esto estimula bastante a que las chicas de hoy en día hagan algo más que hablar bobadas por el celular y poner estados depresivos en sus redes sociales(?).
Hay algo que no entiendo de las princesas: por todo cantan. Okay, les gusta cantar, pero me imagino que ya han hecho canciones de cuando se bañan, cuando duermen, cuando se cepillan los dientes. ¿Que cosa tienen con el canto?
El único cuento que me gusta, es La Sirenita. No la adaptación en película, sino el cuento original. En el que la pequeña sirena se sacrifica por el hombre al que ama, aceptando convertirse en espuma y regresar al mar, el lugar donde pertenece. Es triste este final, pero me gusta porque enseña que amar es aprender a decir adiós. El final de esta historia no es tan malo, la princesa marina convertida en espuma debe salvar a los hombres que caen al agua para así volver a ser sirena.
Hoy he escrito esto. ¿Dime, qué te pareció?